Antonio Callejón Peláez: “Escribir me sirve como catarsis, un poco como ir al psicólogo”
Nos encontramos en una cafetería del centro de Granada. Antonio Callejón Peláez llega andando, como suele ir a casi todos los lugares de la ciudad. Afuera la calle arde, es verano, pero adentro está tan fresquito que ambos nos animamos a tomar café caliente: él un cappuccino, yo un café con leche.
Antonio es historiador, escritor, divulgador del patrimonio histórico de Granada y autor de, entre otras obras, El último amor del Gran Capitán, novela seleccionada para la sesión del 11 de septiembre, del Club de lectura de la Alhambra, en la sala de actos del Palacio de Carlos V.
El último amor del Gran Capitán, que alcanza la novena edición con Baker St Ediciones, cuenta la vida de María Manrique, la Duquesa de Sessa y de Terranova, viuda de Gonzalo Fernández de Córdoba. Una mujer que, como el propio escritor afirma, fue muy adelantada para la época que le tocó vivir.
Pero María Manrique además de ser el personaje principal de la novela, es a su vez la voz que narra en primera persona todo lo que sucedió tanto en su vida como en la de las personas que la rodearon. Además de esto, a lo largo de sus casi 500 páginas el lector no encontrará ni un solo diálogo, lo que genera un ambiente de cercanía e intimidad con la Duquesa de Sessa y de Terranova.
«Cuando me dicen que este libro pareciera estar escrito por una mujer para mí es un orgullo. Yo me he criado en una familia con muchas mujeres, no sé si empoderadas, pero eran las que realmente mandaban. Cuando vi todo lo que había hecho (María Manrique) me sentí un poco identificado porque era mi misma forma de pensar. Y me sorprendió que ella lo haya visto en su época. Yo no veo diferencias entre los hombres y las mujeres, más allá de las fisiológicas» explica Antonio Callejón Peláez.
¿Y cuántos libros hubo antes de escribir El último amor del Gran Capitán? Me refiero a todos los que tuviste que leer para documentar la historia.
La documentación ya estaba en mi cabeza. El 80% de lo que sale en el libro es producto de la investigación para la tesis doctoral que hice en el Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Granada (Los ciclos iconográficos del Monasterio de San Jerónimo de Granada) Siempre he sentido mucho cariño por María Manrique. He soñado con ella. Me he imaginado cómo pudo haber sido. Y estando desempleado, en el paro, es cuando me surge la idea de escribir el libro. Luego coincide que me voy a Marruecos a enseñar español, con María Manrique y los libros en mi cabeza. Allá estoy por cuatro meses. Como después de trabajar me quedaba mucho tiempo libre, sin planearlo escribí un tercio de la novela. Por eso entiendo a los escritores que se van a un monasterio a escribir un libro. El móvil es una maldición. El WhatsApp te interrumpe. El recibo. Los parientes…
¿Cómo es tu proceso de escritura?
Escribo por la noche. Si veo que lo que estoy haciendo está saliendo bien no me pongo limites.
¿Y te pones horarios. Escribir tantas horas diarias. No levantarte hasta tener cierto número de páginas?
No. No tengo la disciplina de escribir todos los días y por determinadas horas. ¡Ojalá tuviera esa constancia! El proceso de escritura para mi es casi una necesidad. Es algo que siento adentro y tengo que soltarlo. Escribir me sirve como catarsis, un poco como ir al psicólogo. Mi hermano se da cuenta de esto y es capaz de reconocer que algunas de las cosas que cuento en un capítulo tiene similitudes con experiencias personales que haya vivido yo, o mi madre, o algún miembro de la familia.
¿Qué es lo que más admiras de María Manrique?
Lo valiente y moderna que fue para la época.
Si tuvieras la oportunidad de preguntarle algo, hagamos ese ejercicio, ¿Qué le preguntarías?
Me gustaría hablar con ella sobre el ciclo iconográfico, además de preguntarle un poco por su vida, por sus hijas, por su marido. Me gustaría que me confirmara si lo que dije en la tesis doctoral era del todo cierto. Yo tuve que jugar mucho con las comparaciones. De tanto ciclos que investigué descubrí solo uno, un epigramático, que decía un poco por encima lo que significaban dichas figuras. Me gustaría saber qué significó para ella cada personaje. Cuando explico San Jerónimo (Antonio Callejón realiza rutas literarias en el monasterio) siempre lo digo: yo no estoy seguro si ella fue la que hizo todo el proceso de investigación -estaba muy preparada pero no creo que a ese nivel, los nobles no se dedicaban a eso, para ello tenían a los filósofos, a los escritores- pero sí la que escogió. Mi teoría siempre ha sido que ella le encargó el ciclo a los sabios de la época, le presentan 15, 20, 30 figuras y ella decidió las que quiso. ¿Por qué escogió las que escogió y desechó otras? Porque estoy seguro que descartó otras.
¿Te harías un selfie con ella y la subirás a Instagram?
Entrevista realizada por Betty Hernández.





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