La planta más característica de la Alhambra y Generalife es, sin duda, el arrayán (Myrtus communis L.). El nombre procede del árabe al-rayhan, “el aromático”. Su intenso uso y cultivo como especie ornamental se debe a sus delicadas hojas, su rápido crecimiento, sus flores blancas suavemente perfumadas, y su capacidad de aceptar la poda para la formación de setos y otras formas topiarias. En los andenes y paseos característicos de época andalusí se cultivaban formando setos o “mesas”.
Periódicamente se precisa mantener, mediante recortes, estas formaciones vegetales con las proporciones acordes a los espacios, paseos o parterres en los que se ubican. Estos trabajos sirven, además, para conservar su apariencia y estado fitosanitario, renovar su volumen, incrementar su aireación y reponer los pies perdidos.
Aunque tras el recorte su aspecto sea leñoso, en 2 o 3 semanas tras la intervención, comenzarán a verse nuevos brotes y en aproximadamente 2 meses las tablas de arrayán volverán a estar verdes.
“Durante algunas semanas, estas formaciones vegetales, perderán parte de su esplendor por lo que les rogamos que disculpen las molestias.”





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