La Torre de las Infantas, entre leyendas y realidad

El otoño se empieza a notar en la Alhambra. Las hojas de los árboles caen sigilosamente, sin hacer ruido, presintiendo que el verano nos dice adiós, aunque aún no se note en el termómetro. Esta mañana, paseamos por el Paseo de las Torres de la Alhambra, entre el Partal y el extremo oriental de la muralla. La temperatura es agradable, tenemos 22 grados, y es una delicia caminar lentamente, absorbiendo cada detalle del paisaje que nos ofrece este paseo ajardinado y con restos arqueológicos que nos conduce, a lo largo de la parte interior de la muralla, hacia el Generalife.
Allí nos encontramos con algunas de las torres más emblemáticas de la Alhambra, unas defensivas y otras residenciales que albergan varios de los espacios más exquisitos de toda la arquitectura nazarí. Una de ellas es la conocida como la Torre de las Infantas, nuestro espacio del mes de septiembre, abierto todos los martes, miércoles, jueves y domingos. Como quedan pocos días para disfrutarlo, ya que durante el resto del año se encuentra cerrado por motivos de conservación, nos adentramos en su interior para descubrirla. Nos preguntamos el por qué de su nombre, Torre de las Infantas o Qalahurra nueva de Muhammad VII, y encontramos la respuesta en los Cuentos de la Alhambra de Washingthon Irving, que centra en este espacio el escenario de la conocida leyenda de las tres princesas Zayda, Zorayda y Zorahayda. La Torre de las Infantas -el último edificio de importancia que se construyó en la Alhambra, hacia 1393-94, bajo el sultanato de Muhammad VII (1392-1408)- es una Torre-Palacio muy parecida a la de la Cautiva. El acceso responde al habitual en recodo y destaca la bovedita de la entrada con grandes mocárabes que ha conservado restos de su pintura original. El interior de la torre se distribuye como una vivienda nazarí y da la sensación de que se está en una casa de cualquier ámbito de la Alhambra, en lugar de en una torre de la muralla.
El espacio cubierto que se corresponde con el patio, centrado por una fuentecilla poligonal de mármol, reparte en su entorno las estancias principales, tres núcleos de alcobas con ventanas al exterior, la más destacada al fondo con los habituales alhamíes en sus lados menores. El techo se cubría originalmente con una bóveda de mocárabes, perdida y sustituida en el siglo pasado por la actual armadura de madera. Al igual que la torre de la Cautiva, el acceso a la planta superior y a la terraza se hace desde el recodo de la entrada.