La rosa de pitiminí y el ciprés del Partal
Esta mañana soleada de primavera, paseábamos por los Jardines del Partal de la Alhambra y nos envolvió la suave fragancia de una Rosa de Pitiminí, nuestra planta del mes. Nos recordó a la de la violeta, pero ante nuestros ojos teníamos un rosal de flores amarillas pequeñas, muy pequeñas, y sin espinas que trepaba por todo lo largo de uno de los cipreses más añosos del lugar. Empezamos a imaginar? Y resultó este cuento. Érase una vez una joven rosa de pitiminí y un ciprés. Su historia comenzó en una ciudad palatina, en la Alhambra, donde, no se sabe cómo ni por qué, comenzaron a crecer juntos? Al principio, sólo se miraban y compartían el paso de las estaciones como dos niños que juegan en el jardín. Primavera, verano, otoño e invierno. Poco a poco, el arbusto empezó a crecer y crecer. La distancia les separaba. Sentían cómo se alejaban? Nada era igual. El árbol no podía hacerse más pequeño, así que nuestra protagonista decidió acortar distancias y decidió ?atrapar? el corazón del esbelto ciprés para siempre. Todas las primaveras, entre las últimas semanas de abril y las primeras de mayo, contemplamos cómo nuestra rosa de pitiminí envuelve entre flores amarillas a su ?amado? ciprés en los Jardines del Partal. Ya nada puede separarles ¡De aquí a la eternidad! La Rosa banksiae [R.Br.] es una especie de rosa trepadora originaria de las montañas del Oeste de China, en donde ha sido cultivada en jardines desde hace cientos de años. El nombre genérico está dedicado a Lady Dorothea Banks, esposa de Sir Joseph Banks, naturalista británico (1743-1820) que estudió la fauna de Australia y Nueva Zelanda en la primera expedición de James Cook. Existen dos variedades principales, la Rosa banksiae var. normalis, de flores simples con cinco pétalos, considerada la más similar a la forma silvestre, y la var. banksiae, de flores semi-dobles o dobles, que es la variedad ornamental. En la Alhambra, además de las rosas de color amarillo, también podemos encontrarlas blancas, que están en los Jardines del Generalife. ¿Te las imaginas?