La cerámica de reflejo metálico

Nuestra felicitación de Navidad de este año está compuesta por cerámica de reflejo metálico, también conocida como loza dorada, perteneciente a nuestra colección de arte oriental. Esta producción, de complejo desarrollo, exigía un gran dominio de la técnica y un control exhaustivo de las distintas fases de elaboración. Se desconoce el origen de esta técnica, aunque Egipto fue uno de los lugares más antiguos de fabricación; en al-Andalus no empezó a producirse hasta finales del siglo XII. La cerámica de reflejo metálico era un producto de lujo destinado a ambientes aulicos y objeto de comercio y exportación. La vajilla que forma parte de nuestra felicitación proviene del cercano Oriente, en concreto de Fustat, antigua ciudad egipcia que alcanzó gran esplendor entre los siglos XI y XII y cuyos restos forman hoy parte de la ciudad vieja de El Cairo. Las piezas que aquí nos ocupan fueron realizadas entre los siglos IX y XII y son en su mayoría ataifores, aunque también hay ejemplos de copas, jofainas o cuencos. Destacan todas ellas por ser objetos excepcionales, tanto en su desarrollo técnico como en su variedad ornamental. El dorado que las caracteriza oscila entre el amarillo ámbar al verde oliváceo. En la decoración aparecen temas geométricos y la abstracción de formas vegetales muy estilizadas. Los motivos decorativos se desarrollan siguiendo un patrón repetitivo y aparecen formas habituales de la iconografía islámica, como los tallos y o las palmas.
También encontramos algunas soluciones llamativas por el dinamismo de su composición o por peculiaridad, como las sartas de puntos.
La epigrafía constituye otra de las ornamentaciones más ulilizadas en este tipo de cerámica. Los elementos caligráficos se organizan siguiendo un trazado geométrico y es habitual que estén combinados con diversos temas de corte vegetal o con figuras animales. En este tipo de cerámica están presentes además ejemplos de elementos figurativos, diferentes tipos de animales estilizados pero perfectamente reconocible, como aves, y figuras mitológicas propias de la iconografía oriental, como los grifos.
Las figuras humanas aparecen muy esquematizadas y en escenas propias de ambientes aúlicos: bailando, tocando instrumentos musicales, etc.