HISTORIAS DE MUJERES
HARRIET FORD, LOS VERANOS DE UNA ARISTÓCRATA EN LA ALHAMBRA
Harriet Ford vestida con mantilla española, 1831, óleo sobre tabla, obra del pintor José Gutiérrez de la Vega. Francis Ford Collection. Publicada en Vicente Lleó Cañal, Murillo en la Sevilla del siglo XIX, en Murillo y su estela en Sevilla, 2017, pp. 91-99
NOMBRE: Harriet Capel (de soltera), Harriet Ford (de casada)
PALABRAS CLAVE: viajeras románticas, dibujo,
CRONOLOGIA: 1831-1833 (estancias en Granada)
RESEÑA BIOGRÁFICA
Harriet Capel, nacida en 1808 en Inglaterra, era hija ilegítima de George Capel-Coningsbiy (1757-1839), quinto conde de Essex. El conde, que era parlamentario y destacado coleccionista de pintura, puso a su hija el nombre de su madrastra, Harriet Blanden (su madre biológica falleció en el parto). El conde se casó tres veces, pero no tuvo hijos con ninguna de ellas, de manera que Harriet gozó del reconocimiento de su padre. Fue su segunda esposa, Sarah Bazett, la que debió actuar como madrastra de Harriet, aunque no tenemos noticias al respecto. Sarah era una competente pintora de acuarelas y posiblemente enseñó esta técnica a Harriet.
Todos los testimonios que se conservan de ella apuntan que era una joven de belleza llamativa, lo que animó a algunos artistas a retratarla. Se casó con Richard Ford en 1824, cuando tenía dieciséis años, doce menos que su marido. Richard Ford había nacido en 1796 y era hijo del parlamentario tory Sir Richard Ford, subsecretario de Estado del Home Department, y Marianne Booth, aristócrata y coleccionista de pinturas, que fue quien educó al hijo ante la temprana muerte del padre.
Tras su matrimonio, Harriet y Richard Ford viajaron por varios países europeos, prestando un especial interés a la pintura. Establecieron su residencia en Londres, donde la pareja mantuvo un cualificado círculo de amistades, entre las que estaban el duque de Wellington, el más relevante militar inglés de la Peninsular War, y el escritor norteamericano Washington Irving. Es indudable que estas amistades despertaron su interés por conocer España. Pero fueron los problemas de salud de Harriet los que les impulsaron a buscar el clima cálido de Sevilla, ciudad a la que se trasladaron en octubre de 1830.
Rápidamente se integraron en la alta sociedad sevillana, acudiendo a tertulias, aprendiendo el baile andaluz, asistiendo con frecuencia a las corridas de toros e incluso celebrando fiestas en su casa ubicada en la plazuela de San Isidoro. Desde un principio se entregaron al coleccionismo de arte español, adquiriendo y enviando a Inglaterra obras de Murillo, Zurbarán, Cano o Velázquez. En Sevilla trataron también con el pintor John Frederick Lewis, que se haría famoso por sus grabados de la Alhambra.
SU VIDA EN LA ALHAMBRA
Tras seis meses de estancia en Sevilla, en mayo de 1831 Harriet y Richard Ford parten hacia Granada pasando por Córdoba y Jaén, mientras que sus hijos son enviados en una galera directamente a Granada. Esta ciudad se la había recomendado Washington Irving como el lugar ideal para evitar el asfixiante verano de Sevilla. Cuando el matrimonio llegó a Granada a principios de junio se alojó en la Fonda del Comercio. Pero su deseo era establecerse en la ciudadela nazarí, y gracias a su amigo el general O’Lawlor lograron la autorización para alojarse en las habitaciones del gobernador de la Alhambra. El abandono en el que se encontraban estas dependencias por el desuso les obligó a contratar a pintores y carpinteros para repararlas. Las habitaciones que ocuparon se ubicaban sobre el Mexuar y comprendían también algunas dependencias en torno al patio del Cuarto Dorado, incluida la galería volada hoy desaparecida.
En julio visitó la ciudadela el marqués Astolphe Custine, autor de L’Espagne sous Ferdinand VII (escrito en forma epistolar con varias cartas fechadas en Granada en julio de 1831), libro en el que nos habla de una encantadora y bella dama inglesa, de cabellos rubios y ojos azules, que se aloja en la Alhambra y está enferma del pecho. Ella, en compañía de sus niños, una criada y varios criados, es “hoy soberana de la Alhambra”. Tanto a la mujer como a su esposo los había conocido en la casa del cónsul británico en Sevilla. Aunque en ningún momento Astolphe Custine menciona el nombre del matrimonio inglés, no cabe la menor duda de que son los Ford. El francés critica el modo de vida de este matrimonio y de los ingleses en general, porque trasladan sus costumbres y prejuicios allá donde van, son “esclavos de su civilización”. Así, ve sorprendido que los niños siguen un programa de estudios idéntico al que desarrollarían en la propia Inglaterra. No obstante fue invitado a comer olla podrida, lo que demuestra que se habían adaptado bien a las costumbres culinarias de la tierra. En su charla con Astolphe Custine la inglesa demuestra su pasión por viajar e incluso manifiesta sentirse decepcionada porque en su viaje a Granada no les habían interceptado los bandoleros.
Harriet, que era una buena dibujante, confesó al marqués Astolphe Custine que “llevará a su país las vistas y los planos más detallados, más exactos que han sido nunca realizados de este palacio”. Sin embargo, o bien interrumpió su tarea y solo hizo los cuatro espléndidos dibujos que nos han llegado, o bien elaboró otros que no se han conservado o están extraviados.
Patio de los Leones, 1832, obra de Harriet Ford, 1832. Francis Ford Collection. Disponible en Exposición Richard Ford. RABSF
Durante aquella primera estancia en Granada se produjo la ejecución de Mariana Pineda (26 de mayo de 1831). Sabemos que Richard Ford, pese su hostilidad a los liberales, quedó horrorizado. Tres meses después del agarrotamiento de la joven liberal, Astolphe Custine diría que desde esta ejecución el “terror reina en Granada” y que hay un fuerte descontento contra el absolutismo que convierte al país en un volcán a punto de explotar.
A principios de septiembre de 1831 Harriet y Richard Ford dejaban a sus niños en la Alhambra e iniciaban un largo viaje por Murcia, Valencia, Cataluña, Aragón y Madrid, regresando desde la capital a Granada el 19 de noviembre. Uno de sus hijos había resultado gravemente herido en la cabeza en una caída de la cama en la Alhambra, lo que amargó el retorno del matrimonio. El niño falleció en julio de 1832.
En diciembre emprendieron viaje a Sevilla para pasar el invierno, alojándose esta vez en una amplia y suntuosa casa en la calle Monsalves, propiedad del marqués de la Granja. En esta casa celebraron una fiesta de carnaval a la que invitaron a medio millar de aristócratas locales, y lograron, en abierto contraste, que les hiciera una visita el antiguo bandolero José María el Tempranillo. La presencia de los Ford en la ciudad del Guadalquivir sería intermitente, pues hicieron varias excursiones por Andalucía. Más adelante Richard realizó un largo viaje hasta el norte de la Península al cual no le acompañó Harriet, bien por motivos de salud bien porque no quería separarse de sus hijos visto el desgraciado accidente ocurrido en la Alhambra.
Tras esta expedición el matrimonio permaneció una temporada en Sevilla antes de partir con sus hijos a Granada a finales de abril de 1833. Se iniciaron inicialmente en la casa de Doña Clara unas dependencias ubicadas sobre la sala de los Reyes –suprimidas más tarde por una restauración–, pero pronto se trasladaron a la Casa Sánchez como residencia estable. Esta casa es el edificio que hoy conocemos como palacio de El Partal Bajo y torre de las Damas, un valioso edificio nazarí de principios del siglo XIV que era propiedad desde 1828 de un mulero llamado Sánchez, que fue quien se la alquiló a los Ford. El edificio tal cual lo podemos ver en los dibujos de esa época tenía muy dañada su arquería de paños de sebka al haber sido dividida en dos pisos, haberse abierto vanos a conveniencia y añadido una chimenea. No sabemos si Harriet y Richard hicieron obras de acomodo, pero en cualquier caso parece que encontraron bastante adecuado el lugar por su pintoresquismo. El gran estanque en el que se reflejaban antaño sus pórticos había sido transformado tiempo atrás en una huerta.
En la Alhambra dejaron instalados a sus hijos, y Harriet y Richard realizaron un viaje que les permitió recorrer nuevas zonas de Andalucía, entre ellas Alhama de Granada o Málaga, y hacer una incursión en Marruecos, donde visitaron Tánger y Tetuán. No les pasó desapercibido el fuerte contraste en el paisaje, el vestuario o la diferencia en la situación de las mujeres que había entre España y Marruecos, aunque ello no supondría que corrigieran el enfoque orientalista que daban a casi todo o que veían en suelo ibérico. En Tetuán pudieron visitar el palacio del Pasha y evocar cómo pudo haber sido la Alhambra en tiempos nazaríes.
Cuando volvieron a Granada, Harriet se encontraba débil y se quedó con los niños en la Alhambra mientras Ford realizaba un nuevo viaje a Madrid. Ya de vuelta, él y su esposa pudieron tratar con Girault de Prangey, que dibujaba afanosamente las salas de la Alhambra, y con el pintor John Frederick Lewis, a quien alojaron en su vivienda de El Partal. Podemos imaginar cuando disfrutaría Harriet, que como hemos visto era una competente dibujante, tratando con estos artistas.
Entre tanto, un clima de guerra civil se iba apoderando del país a la par que se difundía una terrible epidemia de cólera morbo. Estas razones, unidas al deseo de dar a los niños una educación más adecuada y al deterioro de las relaciones conyugales, llevaron a los Ford a tomar la decisión de volver a Inglaterra. En septiembre abandonaron definitivamente Andalucía en dirección a Madrid, dándose la trágica circunstancia de que a los cuatro días de llegar a la capital falleció uno de sus hijos que estaba enfermo.
Dos hijos dio a luz Harriet en España y otros tantos perdió tras largas agonías, lo cual explica los sardónicos capítulos que Richard dedicaría en sus libros a los médicos hispanos. El 4 de octubre de 1833 el matrimonio partía hacia París para después cruzar el Canal de la Mancha.
En diciembre de 1833 Richard y Harriet estaban ya en Londres y de mutuo acuerdo decidieron separarse. Astolphe Custine señala que la joven inglesa que conoció en la Alhambra abandonó a su marido y a sus hijos –había tenido seis, de los que sobrevivieron tres– para marcharse con un militar inglés en el deseo de fundar una nueva familia. Sin embargo, Harriet falleció en Londres en mayo de 1837, antes de cumplir los treinta años. Su padre, el conde de Essex, erigió un monumento dedicado a ella en la capilla familiar de la iglesia de St. Mary en Watford.
Richard Ford, que se lamentaría de haber sido un buen esposo con mala suerte, se casaría en dos ocasiones más. Se estableció en Exeter primero y más tarde en una finca de un distrito de esta ciudad llamado Heavitree, donde construyó una casa y unos jardines que evocaban la Alhambra.
REFLEXIÓN CRÍTICA
A la vista de sus dibujos, Astolphe Custine hace la siguiente reflexión: “La arquitectura morisca se presta al dibujo; sobre el papel sus defectos son atenuados, sus bellezas destacan, el efecto general crece sin que se pierdan los detalles. Resulta de esto que el grabador más fiel puede mentir pese a la exactitud irreprochable de sus imitaciones de los detalles”. Por otro lado, de Harriet destacará el historiador Pedro Galera su interés por las complejas ornamentaciones y la extraordinaria precisión de su dibujo: “De haberse prologado su estancia en el palacio, habría sido la suya junto con la de Owen Jones, la mas valiosa contribución inglesa al estudio y conocimiento de la Alhambra de aquella generación”. Richard Ford también era un competente dibujante y fue bastante más prolífico que su esposa. Se conservan más de treinta dibujos de Granada, pero la mayoría no tienen la precisión de los de Harriet. Algunos investigadores señalan que lo que hizo Harriet Ford fue copiar a artistas como Frederick Lewis. Tanto Richard Ford como Harriet Ford dibujaron lo que veían, pero imprimiéndoles cada uno una impronta personal, sin embargo, cabe preguntarse si se ha puesto más énfasis en que Harriet Ford fue solo buena copiadora, mientras que Richard Ford fue más creativo.
PARA SEGUIR CONOCIÉNDOLA
Busca otras viajeras románticas que estuvieron en la Alhambra. ¿De qué nacionalidades eran la mayoría? ¿Hubo otras mujeres inglesas además de Harriet Ford?
Cómo era un viaje en la España romántica: ¿cuánto se tardaba en ir de Sevilla a Granada? ¿Crees que hubiera sido posible que Harriet Ford viajar sola?
Ninguno de los lugares en los que vivió Harriet Ford en la Alhambra se conserva como ella los conoció ¿Cuándo y cómo han sido restaurados?
PARA SABER MÁS
BARBERÁN, Francisco Javier Rodríguez. Richard Ford: viajes por España (1830-1833).
Madrid: Real Academia de San Fernando y Fundación MAPFRE, 2014.
CUSTINE, Astolphe. L’Espagne sous Ferdinand VII.
Bruxelles: Wouters et Co, Imprimeurs-libraires. (4 vols.), 1844.
FORD, Richard. Granada. Escritos con dibujos inéditos.
Granada: Patronato de la Alhambra y el Generalife, 1955. (facsímil editado en la Universidad de Granada, 2012, en la colección Archivum, con estudio preliminar de Juan Manuel Barrios Rozúa).
GALERA ANDREU, Pedro A. La imagen romántica de la Alhambra.
Madrid: Ediciones El Viso, 1993.
GIMÉNEZ CRUZ, Antonio. ¡Cosas de los ingleses! La España vivida y soñada en la correspondencia entre George Borrow y Richard Ford.
Madrid: Editorial Complutense, 1997.
HITCHCOCK, Richard. “Richard Ford en Sevilla”. En: MEDINA CASADO, Carmelo y RUIZ MAS, José (eds.). Las cosas de Richard Ford: estampas varias sobre la vida y obra de un hispanista inglés en la España del siglo XIX:
Jaén: Universidad de Jaén, 2010, pp. 193-208.
ROBERTSON, Ian. Richard Ford, 1796-1858. Hispanophile, Connoisseur and Critic.
Norfolk: Michael Russell, 2004.
ROBERTSON, Ian. “Richard Ford y las Cosas de España”. En: RODRÍGUEZ BARBERÁN, Francisco Javier (ed.). La Sevilla de Richard Ford: 1830-1833,
Sevilla, Fundación El Monte, 2007, pp. 27-55.
AUTORÍA Y FECHA: Juan Manuel barrios Rozúa (Universidad de Granada), 16 de enero de 2025





Contacto














